Fríamente Calculado y que la virgen me lo acompañe
Detrás de unas gafas de aumento, esas “culo de botella” la señora Rosalba mostró su preocupación por mi, se despidió mientras se mordía con los dientes de arriba el labio inferior de su boca y con una voz medio gangosa me dijo: ¡Que la virgen me lo acompañe! A veces es mejor no preguntar lo que se sabe, es una terquedad innecesaria y hasta tonta, de querer disimular el miedo.
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